¿Cuántos libros de poemas has publicado?
He publicado dos libros de poesía, el
primero se llama Las tres
estaciones de un tren de juguete y
lo publicó el programa del Doctorado de Literatura Hispanoamericana de la
Universidad de Concepción. El segundo se llama Chico Malilla y lo publicó la editorial
independiente Pequod editores. En ambos libros hay búsquedas distintas. Hace
poco terminé de escribir Tipografía
del deseo, un libro inédito que está escrito como una analogía poética de
las conversaciones de un chat, en donde cada poema es una reflexión sobre el
deseo y su intento por construir un cuerpo mediante el lenguaje.
¿Cuándo nació el Festival Poesía a Cielo
Abierto? ¿Cuántas veces y en qué lugares se ha realizado?
Poesía a Cielo Abierto nace en Valparaíso una tarde-noche del año
2009 cuando los poetas Sergio Muñoz y Andrés Urzúa me proponen realizar un
encuentro literario. A Sergio Muñoz se le ocurrió la idea de navegar y subir a
poetas a las lanchas y hacer un recital en la mitad de la bahía. Andrés miró el
mar y dijo: Valparaíso como un escenario poético. Luego se sumó a la
organización el poeta Jaime Pinos, dándole al festival un mayor enfoque. Desde
ahí que en cada festival hemos compartido con los poetas más representativos
del país. Hoy tenemos la alegría de habernos constituido como fundación Poesía
a Cielo Abierto. Han sido tres festivales en Valparaíso y dos en Puerto Montt y
esperamos seguir. En todos los festivales hemos logrado llevar la poesía al
espacio urbano, lecturas en trole buses, en plazas y lugares abiertos.
¿Cuántas personas participan en general?
Nuestros festivales siempre han sido
masivos, sobre todo porque hemos sabido llevar la poesía a la intemperie.
Llevar la poesía al mar, por ejemplo. Recuerdo que el poeta Carlos Cociña en
una de las lecturas en la bahía, con todo Valparaíso como telón de fondo dijo:
¡ya quisiera contar con una cantidad de público así en tierra! Es que habían
más de trescientas personas de público, arriba de las otras lanchas que estaban
alrededor de la lancha principal. Teresa Calderón dijo que se sintió como
adentro de una película. Algo parecido nos ocurrió en Calbuco, arriba de un
velero chilote escuchando a Manuel Sánchez y su guitarrón. Todo eso fue
alucinante. Fue lubricar los pistones de nuestra propia ficción. Si bien la
convocatoria de público es un parámetro, para nosotros no ha sido el medidor
más importante. Por ejemplo, hemos logrado que un poema resulte, quiero decir,
que se escuche, se viva, se sienta. Y cuando la poesía ocurre, es, digamos,
“maravillante”. También hemos logrado conversar con nuestros invitados,
celebrarlos, entendiendo finalmente que somos parte de un mismo oficio y no de
una competencia.
¿Qué participación tienes en Balmaceda
Arte Joven de Los Lagos?
Actualmente dicto un laboratorio de
crítica literaria en donde pensamos releer poéticas del sur, bajo algunos
conceptos, entre ellos, el concepto de la “suralidad”, que tan bien nos plantea
el poeta Clemente Riedemann y la antropóloga Claudia Arellano.
¿En qué actividades o proyectos estás hoy?
Doy clases en la Universidad Austral, sede
Puerto Montt, escribo, toco acordeón y trabajo en la compañía de danza Reverso.
Eso en el plano formal. Ahora, dentro de los ejes de mis propias navegaciones,
le doy vueltas a la cumbia. Tengo la impresión que la cumbia es nuestro jazz
latinoamericano y tengo la impresión que la cumbia es una poética que debo
saber leer e interpretar.
¿Están planeando hacer un próximo festival
poesía a cielo abierto?
Esperamos poder
realizar dos versiones del festival el año 2016. Una en Valparaíso y otra en
Puerto Montt.
Diciembre, 2015
En noviembre
del 2014 el escritor Yuri Soria me invitó a cenar a su casa. La cena tenía un
motivo: celebrar la llegada del escritor Luis Sepúlveda a Puerto Montt. Sepúlveda se vino al sur de Chile a escribir y pasar la temporada del verano 2015. Por su parte Daniel Mordzinski vino
a nuestro país invitado por Puerto de
Ideas, festival que cada año invita a destacados artistas e intelectuales a
Valparaíso. Ambas fechas coincidieron y los dos amigos decidieron venirse
manejando desde Santiago hasta Puerto Montt, hasta la casa de Yuri y cenar.
II
Recuerdo
que en el colegio leí Un viejo que leía
novelas de amor, de Luis Sepúlveda. Y me pareció un libro total. Sobre todo
porque contaba la historia de personas que vivían en lugares aislados, al
interiores de la selva. Lo paradójico es que en esa literatura, al igual que en
la literatura de Coloane, yo me encontraba con personajes mucho más parecidos a
la realidad que yo frecuentaba, básicamente porque mis padres eran colonos en
las XI región. Mientras estudiaba vivía en la ciudad con mis abuelos, mirando
siempre la costanera y las montañas de allá abajo: el sur. Puerto Montt ya es
el sur. Pero mi corazón añoraba el sur del sur, donde vivían mis padres y toda
esa gente maravillosa. Desesperado de tanta ilusión, siempre esperaba la
llegada de las vacaciones para irme en barco hacia esa “realidad-real”, estero el Coihue, cerca de Melimoyu, a la selva
austral y los amplios bosques vírgenes custodiados por el mar. Entonces, la
literatura de Luis Sepúlveda fue importante para mí porque allí encontraba parte de esa “Realidad-Real”. Todo eso era un refugio de las clases de matemáticas.
Pronto estaría con mis padres y navegaría por el canal moraleda. Leer me
permitía volver a casa y dejar de vivir en lo que para mí era la autentica ficción-real; las campanas del recreo,
las calles y las micros, los jesuitas, los anuncios del comercio, la lluvia
cargante y el informe de notas.
III
Jamás
se me hubiera ocurrido conocer a Luis Sepúlveda. Menos a un fotógrafo de
escritores como Daniel Mordzinski, responsable de una serie de retratos que a
estas alturas son mitológicos, como esa serie que él tiene de Gabriel García
Márquez. Como esas fotos de Cardenal, Piglia, Gelman, Gonzalo Rojas, Bolaño,
Octavio Paz, Saramago y de cuántos más. En la cena Daniel contó anécdotas y habló
de muchos escritores. Yo me sentí ignorante porque en definitiva conviven, en
este mismo momento y segundo del espacio- tiempo, una tracalada de escritores
que están redactando y tecleando e inventando una montonera de mundos posibles
y por venir.
IV
El
cuento es que Daniel Mordzinski nos sacó unas fotos. Al poeta Harry Vollmer, a
Yuri Soria y a los hijos de Yuri Soria, A Luis Sepúlveda, al bibliotecario
Pablo Casaretto, al profesor Antonio Sandoval y a mí. Todo eso se hizo público
porque la notica salió publicada en el Llanquihue, nuestro diario local, mediante
una hermosa nota que escribió Yuri y que comienza así: Daniel Mordzinki no es cualquier artista. A través de su cámara ha
retratado a Borges y a Gabriel García Márquez entre otros. Estuvo en Puerto
Montt fotografiando a escritores locales como parte de su atlas universal.
V
Ahora
lo único que falta es lo más difícil: escribir bien. Y hacer de la literatura
una “Realidad -real” para ese otro
muchacho aburrido de las clase, que también soy yo.
Puerto Montt.
1/1/2015